El terremoto y Tsunami del 27/F del 2010, dejó en evidencia el fracaso del Sistema Nacional de Protección Civil en su rol de proteger a las personas en caso de un desastre, fueran estos de origen natural o causados por las personas, que es el caso de los incendios forestales. 521 fallecidos, 56 desaparecidos y 30.000 millones de dólares dan cuenta de la grave falla del Sistema que Chile se había dado para proteger a las personas.
Además de los procesos de investigación, reparación y determinación de culpabilidades, hubo un grupo de personas que llegó a la ONEMI, dentro de los cuales me encontraba, con el ánimo de identificar el problema y posteriormente establecer, en una mirada de futuro, dónde estábamos y adónde debíamos llegar para lo cual se requería estructurar un nuevo Sistema Nacional de Protección Civil, que contara con una institucionalidad robusta y que le diera el sustento ad-hoc de un Sistema cuyo fin último es salvar vidas.
La Gestión del Riesgo es un tema de multivariables y muy complejo, requiere la sinergia de una serie de disciplinas, como también la sistematización de un conjunto de organizaciones públicas y privadas con distintas competencias que actuando coordinadamente aporten capacidades para Gestionar el Riesgo de Desastres.
La mala noticia es que no hay atajos en la reducción del riesgo, cada una de las fases del ciclo (mitigación, preparación, respuesta y recuperación) deben realizarse porque son necesarias para gestionar el riesgo, la anterior alimenta a la siguiente en un loop sin solución de continuidad y es un grave error concentrar la solución exclusivamente en alguna fase del ciclo u omitir alguna. Nunca la siguiente fase podrá solucionar lo que no se hizo en la anterior. Todas las etapas se necesitan sinérgicamente.
Hoy se cuenta con un Sistema robusto, con los instrumentos correctos y el respaldo legal necesario, pero lo anterior no basta, requiere implementar el Sistema, incorporar gente competente tanto en lo técnico como en los liderazgos requeridos, y del fundamental apoyo de las autoridades que toman las decisiones.
Lo que se nota en esta oportunidad, que a pesar de que todas las variables que provocaron el desastre se conocían desde hace mucho, excepto el nombre del fulano causante de los incendios, la prevención, como en otros desastres, falló de manera rotunda y no pudo ser cubierta por las acciones realizadas en la respuesta, porque ya era tarde, especialmente para los compatriotas que perdieron la vida y que nunca se habrán enterado qué les pasó, cuyas causas se alejan de la omisión involuntaria, acercándose lamentablemente a la negligencia.
Mañana, de no mediar algo distinto, las variables causantes del desastre seguirán instaladas en el territorio y nada impedirá que en un futuro cercano, en un déja vu del terror, el riesgo se transforme nuevamente en un desastre por la mala gestión de las autoridades correspondientes.
Fuente: El Mercurio de Valparaíso.
Foto: Emol